miércoles, 21 de septiembre de 2011

NUNCA ME HA GUSTADO TU DESPEDIDA


Querido verano: Cómo sabes bien, nunca me ha gustado tu despedida porque la ausencia es demasiado larga por eso, me resisto a que lo hagas no sin antes agradecerte la amistad que nos profesamos.

Nuestro encuentro, allá por junio ha sido efusivo y, después de fundirnos en un ansiado abrazo intercambiamos impresiones, planificamos encuentros y excursiones, valoramos decisiones y sobre todo tú, me has tendido la mano para aclarar situaciones muy enraizadas que me han bloqueado a lo largo del invierno y la primavera para ver la luz. De ahí, mi insistencia para reiterarte mi gratitud.

Desde que nos encontramos hasta hoy, tengo la sensación que ha transcurrido mucho tiempo y, tan sólo han pasado unos meses… Meses que aquí, en el norte, han sido un poco atípicos, distintos a los que estamos acostumbrados y ¿ sabes por qué? Porque te has empeñado en hurtarnos los días de sol que julio y agosto nos regala con tanta benevolencia… Pero no, no puedo acusarte de algo que tú, no has hecho querido verano…. La culpa, ha sido del anticiclón de las Azores que nos ha querido abandonar y en cambio, las masas de aire frío procedentes del norte desearon hacernos compañía…

Pero a tu lado, y en el campo, he sabido encontrar la serenidad que me hacía falta deleitándome con los ocasos rojizos difíciles de olvidar… Y allí, también encontré la oportunidad que la ciudad se niega a darme cómo es poder ver los amaneceres pausados y armoniosos incluso en los días grises y lluviosos… Y, a la vez, quebrarse el silencio con el canto de los pájaros incluso, cuando más arreciaba la llovizna… Sin olvidarme de las meriendas con los amigos de siempre y, los paseos en busca de recónditos lugares tan sorprendentes cómo invariables a pesar del tiempo transcurrido.

Todas y cada una de estas impresiones las guardaré con fidelidad no sin antes desearte un feliz viaje.