jueves, 28 de julio de 2011

UN VERANO MAS A TU LADO







Estimado Miguel:
Si supieras, ¡ cuántas horas he pasado a tu lado amortiguando los ratos que me han quedado libres leyendo tus libros! Y, algunos, releyéndolos cómo “Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso” y, lo hago aquí, en el norte, durante un verano un tanto atípico donde, la lluvia ha querido quedarse permanentemente con nosotros aunque hoy, haya salido el sol tímidamente… Y, desde aquí, desde mi querida tierra siempre verde, se me hace difícil imaginarte escribir con tanta ternura una declaración de amor a la vez que, te autodefines voluptuoso.. No , no te imagino desde la serenidad de esos atardeceres que tú describes tan acertados de tu querida Castilla, fogosidad, para declararte a una mujer imaginaria… Ni tan siquiera lo haces, cuando te refieres en tu carta, al goce que has manifestado, cuando recibiste su fotografía porque tú, cómo cortés caballero y mejor cumplidor, te ofreces a enviarle una tuya no sin antes, advertirle con cierta delicadeza y un amago de timidez no dar la imagen deseada para ella… ¡Ay! Querido Miguel… ¡ cuánta prudencia denotas para sentirte voluptuoso…! Si me lo permites, te confieso que la mayoría de las mujeres preferimos la prudencia para ir forjando poco a poco ese amor maduro y pausado que sólo el tiempo y la franqueza hace madurar una relación…
Miguel; a lo largo del libro te vas insinuando a la vez que vas dosificando con prudencia los tiempos para pedirle una cita en un lugar concreto y, dónde ella estime oportuno… Y lo haces, desde el respeto que sientes por ella y que, intuyo, cada vez será más apasionado pero, no por ello más indecoroso lo digo porque, en una de tus epístolas te despides con un ….Fervorosamente tuyo y lo rubricas …Vive pensando en ti.
Y, en la página 110 una vez decidida la fecha para veros te despides diciéndole…Mi habitual duermevela se ha hecho vigilia permanentemente…”Tuyo, en cuerpo y alma”. Y, yo me pregunto ¿ cómo puedes ser voluptuoso con tanta prudencia a la vez que derrochas tanta sensibilidad…?.
Al llegar el obstáculo de su inesperada hepatitis, encabezas tu carta…con “Amor, mi dulce amor…” y la concluyes con … “Me siento a tu lado y espero paulatinamente contigo…” Probablemente a tu edad, pueda más el sosiego… Pero me niego a pensar que entre ambos, no brote el juego erótico porque el verdadero amor siempre entraña la dependencia física por la persona amada… Pero, una vez más, has sido malinterpretado y con el requiebro que te caracteriza te despides con …”un tuyo de corazón…” Incluso, cuando no acude a tu cita para ver la luna llena, tu romanticismo es quebrado de nuevo pero la disculpas, diciéndole que no tienes derecho a exigirle correspondencia… Y aquí, llegué a comprenderte porque el verdadero amor nunca impone....
Pero, lo que nunca pude comprender fue, vuestro desenlace… Y menos, desde el auténtico amor que le profesabas…
Y, cómo siempre, el final de tu novela lo has resuelto desde la razón, no sin antes, insuflar en tu despedida con ella, un amago de ternura una vez más pero esta , desde la ironía del engaño. Magnífica lección mi querido maestro. Gracias, Miguel Delibes.