miércoles, 27 de mayo de 2009

ACUDÍ A TÍ, COMO UNA ADOLESCENTE...

Apenas hace unos días que te he dejado y, ya siento nostalgia de tí...No, no te extrañes si te digo que estoy enamorada de tí y, de lo que representas - ser, ese gran país que. admiro y adoro cada vez más.... -
Nunca, había tenido la oportunidad de visitarte en mayo y, ya ves, este año, sin apenas platearlo surgió la ocasión y, no lo dudé, acudí a tí como una adolescente y, la impresión ha sido magnífica, impresionante, distinta y, en el fondo, has hecho que mi añoranza se precipitara antes... Tal vez: te preguntarás el porque, y te respondo.Tus paisajes, estaban lozanos, henchidos de verde esmeralda, de flores propias de la época como las amapolas que se mecían entre el verde claro de los campos dándoles, una armonía perfecta para mi gusto... Las acacias, rendían tributo a la primavera con sus florecillas blancas y diminutas y, no por ello, menos espectaculares, ni tan sólo por ser sencillas... Y, en cambio, los rosales se manifestaban al viajero con toda su armonía de color y forma y, que, sólo en mayo, se pueden apreciar. Y, ¡qué puedo decirte de tus cielos!, de ese cielo azul intenso, quebrado por grandes nubes de color blanco inmaculado y, que, al atardecer se tornaban gris oscuro. El calor, era sofocante a pesar de haber tan sólo 30º ó 33º . Sabía que cada estación tiene sus connotaciones y, en la que estamos, el rápido calentamiento de la tierra y el embolsamiento de vapor de agua con masas de aire frío en altura ,hacen que las tormentas hagan acto de presencia al atardecer para luego, salir de nuevo el tibio sol dándole al paisaje un brillo especial.



Querida Francia; has dejado en mi retina, imágenes de tus paisajes que jamás podré olvidar y, me viene a la memoria tus inmensos viñedos aún, de verde claro al lado de S. Emilion. Tus característicos trigales que si en anteriores visitas ya aparecían cortados, en esta, los he podido contemplar prósperos de color verde oscuro y que, al amancer se me antojaban como mares plateados debido al fuerte rocío de la noche...
Y, ¡ qué voy a decirte de tus pequeños pueblecitos medievales! encaramados en la montaña, adornándola e imprimiéndole carácter aún más porque, si algo tienes querida Francia es, personalidad, encanto y orgullo de sentirte grande y de preservar tu historia como sólo tú, sabes hacerlo que no es poco. Si amas la naturaleza y lo auténtico como yo, no lo dudes, seguro que Francia no te va defraudar. ¡Inténtalo! pero, si te mareas, no es tu sitio.
Seguiré contádote más cosas pero, antes pasaré para leer lo que me he perdido del tuyo.


miércoles, 13 de mayo de 2009

APROVECHO UN MOMENTITO


Aprovecho un momentito para decirte que me voy unos días y que, a mi vuelta, volveré a leerte como de costumbre. Hasta entonces un abrazo

lunes, 4 de mayo de 2009

POR EL VALLE DEL SAJA

Una de las calles de Barcena Mayor. Como véis perfectamente conservado el pueblo.
Todos los corredores estaban adornados .

Esta, es una de las casas que más me gusto.


Los caballos siguen pastando ajenos a nosotros....



Esta es una de las calles de Reinosa y la fotografía de abajo es el edificio del ayuntamiento










Sabíamos, que la parte interior de Cantabria no podía fallarnos por razones que avalan la idiosincrasia austera y acogedora que, el pueblo montañés sabe ofrecer.
Y, que la orografía era mucho más suave que la asturiana y, no por ello, quedaron sin aislar algunos de sus valles configurando modelos de vida cerrados en si mismos con peculiaridades que íbamos apreciar en su caserío y, aprovechando aquel sábado libre decidimos conocer el Valle del Saja.
Tomamos la autovía que va desde Torrelavega a Reinosa y, decidimos cruzar de norte a sur la comunidad. Reinosa, hasta entonces, era para nosotros desconocida. Las únicas referencias que teníamos eran de cuando la citábamos como lugar industrial de la vecina Castilla la Vieja en nuestros años de bachillerato. Eran otros tiempos y, con una configuración administrativa muy distinta a la actual.
Recorriendo sus calles, hemos apreciado que la pequeña villa aún atesora vestigios de ser la capital de la comarca de Campoo al juzgar por los equipamientos administrativos y de servicios rotulados en algunas fachadas a la vez que, se mezclaba la modernidad de alguno de sus comercios con la nostalgia de un pasado que si bien fue própero en algun tiempo hoy, espera el devenir de un resurgimiento gracias al sector turístico. No nos imaginábamos que aquel pueblo aletargado en la nostalgia del pasado y el sosiego actual de sus gentes nos ofreciera una arquitectura civil que al juzgar por su morfología nos hablara de la prosperidadde finales del XIX y, en sus calles pudimos ver los vestigios de un Teatro Principal y el austero edificio de lo que hoy es el Ayuntamiento. Sin olvidarnos de las casas blasonadas lo que nos permite sospechar que el lugar estuvo en manos de señores feudales.
La mañana, estaba demasiado fría y, decidimos tomar un café atraídos por los efluvios de mantequilla mezclada con harina y que sólo a los golosos nos agrada…Al marchar nuestros ojos quedaron anclados en aquellos hojaldres recíen hechos y en aquellas deliciosas pastas. Decidimos comprar pero, con la amabilidad que caracteriza al montañés la señora nos invita a saborear lo que ella llama pan-tortillas ¡exquisitas!.Felicitamos a la dueña y le dimos las gracias después de hacer acopio.
Después de comer emprendimos viaje al Alto Campoo para desviarnos hacia el norte por el valle del Saja. Dejábamos atrás la planicie que separa la cordillera Cantábrica de Castilla León y recuerdo con admiración aquellos parajes delimitados por cercados de piedra salpicados de chopos amarillentos que presagiaban la caída de la hoja….Aquel paisaje acotado y dibujado por la mano del hombre campesino, nos demuestra que además de quererlo lo mima como nadie y, lo cuida mejor.
Bajar hacia Bárcena Mayor por una carretera estrecha pero, perfectamente conservada nos encantó. Varias veces nos detuvimos para apreciar el silencio de aquellos parajes roto solamente por el murmullo del río y, contemplamos extasiados los espléndidos bosques de abedules, hayedos y robledales….
Y, llegamos a Bárcena Mayor, un pueblo situado en un entorno privilgiado y que conserva con dignidad los envites de los años en las fachadas de las casas. Afortunadamente Bárcena guarda el embrujo del pueblo montañés con corredores y galerías de madera fornidas por los avatares de un clima frío y húmedo. Las fachadas se sustentan sobre soportales con arcos de sillares y aleros anchos que además de configurar la estructura arquitectónica montañesa la embellecen dándole el sello que caracteriza su arquitectura popular.
Nos despedimos de Cantabria sabedores de que, nuestra vecina no sólo nos atraía por su personalidad y encanto si no también, por el buen hacer de sus paisanos.