
Estimado Miguel:
Si supieras, ¡ cuántas horas he pasado a tu lado amortiguando los ratos que me han quedado libres leyendo tus libros! Y, algunos, releyéndolos cómo “Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso” y, lo hago aquí, en el norte, durante un verano un tanto atípico donde, la lluvia ha querido quedarse permanentemente con nosotros aunque hoy, haya salido el sol tímidamente… Y, desde aquí, desde mi querida tierra siempre verde, se me hace difícil imaginarte escribir con tanta ternura una declaración de amor a la vez que, te autodefines voluptuoso.. No , no te imagino desde la serenidad de esos atardeceres que tú describes tan acertados de tu querida Castilla, fogosidad, para declararte a una mujer imaginaria… Ni tan siquiera lo haces, cuando te refieres en tu carta, al goce que has manifestado, cuando recibiste su fotografía porque tú, cómo cortés caballero y mejor cumplidor, te ofreces a enviarle una tuya no sin antes, advertirle con cierta delicadeza y un amago de timidez no dar la imagen deseada para ella… ¡Ay! Querido Miguel… ¡ cuánta prudencia denotas para sentirte voluptuoso…! Si me lo permites, te confieso que la mayoría de las mujeres preferimos la prudencia para ir forjando poco a poco ese amor maduro y pausado que sólo el tiempo y la franqueza hace madurar una relación…
Miguel; a lo largo del libro te vas insinuando a la vez que vas dosificando con prudencia los tiempos para pedirle una cita en un lugar concreto y, dónde ella estime oportuno… Y lo haces, desde el respeto que sientes por ella y que, intuyo, cada vez será más apasionado pero, no por ello más indecoroso lo digo porque, en una de tus epístolas te despides con un ….Fervorosamente tuyo y lo rubricas …Vive pensando en ti.
Y, en la página 110 una vez decidida la fecha para veros te despides diciéndole…Mi habitual duermevela se ha hecho vigilia permanentemente…”Tuyo, en cuerpo y alma”. Y, yo me pregunto ¿ cómo puedes ser voluptuoso con tanta prudencia a la vez que derrochas tanta sensibilidad…?.
Al llegar el obstáculo de su inesperada hepatitis, encabezas tu carta…con “Amor, mi dulce amor…” y la concluyes con … “Me siento a tu lado y espero paulatinamente contigo…” Probablemente a tu edad, pueda más el sosiego… Pero me niego a pensar que entre ambos, no brote el juego erótico porque el verdadero amor siempre entraña la dependencia física por la persona amada… Pero, una vez más, has sido malinterpretado y con el requiebro que te caracteriza te despides con …”un tuyo de corazón…” Incluso, cuando no acude a tu cita para ver la luna llena, tu romanticismo es quebrado de nuevo pero la disculpas, diciéndole que no tienes derecho a exigirle correspondencia… Y aquí, llegué a comprenderte porque el verdadero amor nunca impone....
Pero, lo que nunca pude comprender fue, vuestro desenlace… Y menos, desde el auténtico amor que le profesabas…
Y, cómo siempre, el final de tu novela lo has resuelto desde la razón, no sin antes, insuflar en tu despedida con ella, un amago de ternura una vez más pero esta , desde la ironía del engaño. Magnífica lección mi querido maestro. Gracias, Miguel Delibes.
Si supieras, ¡ cuántas horas he pasado a tu lado amortiguando los ratos que me han quedado libres leyendo tus libros! Y, algunos, releyéndolos cómo “Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso” y, lo hago aquí, en el norte, durante un verano un tanto atípico donde, la lluvia ha querido quedarse permanentemente con nosotros aunque hoy, haya salido el sol tímidamente… Y, desde aquí, desde mi querida tierra siempre verde, se me hace difícil imaginarte escribir con tanta ternura una declaración de amor a la vez que, te autodefines voluptuoso.. No , no te imagino desde la serenidad de esos atardeceres que tú describes tan acertados de tu querida Castilla, fogosidad, para declararte a una mujer imaginaria… Ni tan siquiera lo haces, cuando te refieres en tu carta, al goce que has manifestado, cuando recibiste su fotografía porque tú, cómo cortés caballero y mejor cumplidor, te ofreces a enviarle una tuya no sin antes, advertirle con cierta delicadeza y un amago de timidez no dar la imagen deseada para ella… ¡Ay! Querido Miguel… ¡ cuánta prudencia denotas para sentirte voluptuoso…! Si me lo permites, te confieso que la mayoría de las mujeres preferimos la prudencia para ir forjando poco a poco ese amor maduro y pausado que sólo el tiempo y la franqueza hace madurar una relación…
Miguel; a lo largo del libro te vas insinuando a la vez que vas dosificando con prudencia los tiempos para pedirle una cita en un lugar concreto y, dónde ella estime oportuno… Y lo haces, desde el respeto que sientes por ella y que, intuyo, cada vez será más apasionado pero, no por ello más indecoroso lo digo porque, en una de tus epístolas te despides con un ….Fervorosamente tuyo y lo rubricas …Vive pensando en ti.
Y, en la página 110 una vez decidida la fecha para veros te despides diciéndole…Mi habitual duermevela se ha hecho vigilia permanentemente…”Tuyo, en cuerpo y alma”. Y, yo me pregunto ¿ cómo puedes ser voluptuoso con tanta prudencia a la vez que derrochas tanta sensibilidad…?.
Al llegar el obstáculo de su inesperada hepatitis, encabezas tu carta…con “Amor, mi dulce amor…” y la concluyes con … “Me siento a tu lado y espero paulatinamente contigo…” Probablemente a tu edad, pueda más el sosiego… Pero me niego a pensar que entre ambos, no brote el juego erótico porque el verdadero amor siempre entraña la dependencia física por la persona amada… Pero, una vez más, has sido malinterpretado y con el requiebro que te caracteriza te despides con …”un tuyo de corazón…” Incluso, cuando no acude a tu cita para ver la luna llena, tu romanticismo es quebrado de nuevo pero la disculpas, diciéndole que no tienes derecho a exigirle correspondencia… Y aquí, llegué a comprenderte porque el verdadero amor nunca impone....
Pero, lo que nunca pude comprender fue, vuestro desenlace… Y menos, desde el auténtico amor que le profesabas…
Y, cómo siempre, el final de tu novela lo has resuelto desde la razón, no sin antes, insuflar en tu despedida con ella, un amago de ternura una vez más pero esta , desde la ironía del engaño. Magnífica lección mi querido maestro. Gracias, Miguel Delibes.
14 comentarios:
Que linda carta le escribes al personaje del Escritor Miguel Delibes. Y no me extraña que lo impulse el amor... porque ha vivo enamorado de su mujer.
Extrañaba tus letras.
Mi abrazo afectuoso de siempre Ángela.
Hola, Angela:
La lectura de un buen libro puede producir diferentes efectos en nuestro ser. En tu caso, ha inspirado una bella carta de profunda gratitud hacia el autor, ya ido.
Me agradó volver a leerte.
Un abrazo.
Bienvenida de nuevo, Ángela, te echaba de menos. Espero que ahora que comienza a hacer un poquito mejor tiempo aquí en el norte nos deleites con tus escritos. Un fuerte abrazo y feliz resto del verano.
Precioso comentario subre este autor y su libro, me alegra leer otra vez tus inteligentes y sensibles reflexiones. Besos tía Elsa.
Recordar esta novela a través de este escrito tuyo, es doblemente hermoso, como siempre un placer, esta vez doble. Un abrazo fuerte
Ángela mi niña-
-Que bueno es leer y releer a este maravilloso escritor y tus reflexiones sobre el libro.
Te imagino en una tarde tranquila con el libro en tus manos acunándolo casi como a un niño, con delicadeza.
Hace tiempo que no paso por tu blog estoy como se dice por mi tierra "un poco lenta", creo que es la (adolescencia y el tiempo que a veces pesa más de lo normal).
Deseo leerte muchas, muchas veces aunque no te deje comentarios déjame un rinconcito y ahí estaré yo.
¡Feliz verano y SIEMPRE!
Besicos
Debe ser de los pocos libros que me faltan por leer de MD. Tendré que ponerle remedio.
Es un placer volver a verte por este mundo bloggero.
Un abrazo.
hola angela
acabo de ver tu blog, me encata como escribes, a mi tambine me gusta de vez en cuando escribir algo, aunque ni por asomo como tu
pues si tuvimos un susto grande, pero gracias a dios, la cosa va mejor
yo escribi una carta al cobarde porque era la unica forma que tuve de expresar todo el dolor y rabia que tenia
gracias por preguntar
te seguire leyendo
un saludo desde ceuta
Hola, Ángela:
Gracias por visitarme, te saludo y te deseo un buen fin de semana.
Abrazos.
¡Hola Ángela! Qué placer leerte, me encanta tu perspectiva acerca del protagonista del libro de MD. Voluptuoso y tierno, apasionado y tímido, todo a la vez...Creo que me estoy enamorando del sexagenario voluptuoso...mmm...Gracias por compartir, abrazos desde el sur!
Gracias por tu visita
Que hermosura de carta
Vengo a dejarte un gran abrazo amiga!
Angela,después de dos meses vuelvo y me encuentro tu reflexiva-carta-comentario a Miguel Delibes.Sin duda es un gran escritor y persona,nos muestra todos los valores humanos,que hoy faltan en nuestra sociedad.Nos mueve y nos conmueve, y tú como buena lectora,receptora y maestra,has sabido plasmarlo con tu exquisita sensibilidad y buen hacer.
Espero,verte de nuevo de vuelta con otro post.Que este nuevo curso que empieza lo emprendas con ánimo y fortaleza,amiga.
Mi gratitud y mi abrazo inmenso siempre.
M.Jesús
Ese tono epistolar tan cálido. saludos.
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